Jeremías y su negocio fueron uno de los tantos damnificados por el paso del tornado en Río Primero. «Angustia mucho ver todo destruido, pero tengo que moverme para salir de esta lo más rápido posible», expresa plantándose ante la adversidad.
Jeremías es un joven emprendedor de 24 años, que en 2018 se decidió a emprender su negocio en Río Primero (él es oriundo de Piquillín). Con 20 años recién cumplidos, instaló un lavadero de autos en la zona céntrica, sobre calle Entre Ríos, a media cuadra de la Comisaria.
El negocio fue prosperando, los clientes multiplicándose, y también fue anexando servicios, como tratamiento de pintura, pulido de ópticas, limpieza detallada de interior y tapizados, polarizado y algo de microbollo.
Aún con los vaivenes de la economía nacional, todo iba relativamente bien, hasta que la naturaleza le jugó una mala pasada. Jeremías y su negocio fueron uno de los tantos damnificados que dejó el tornado que asoló la localidad el pasado viernes.
«Tuvimos muchísima suerte. Había dos vehículos de clientes míos y ambos tuvieron daños leves comparado la magnitud del desastre. Y también que no había ningún chico trabajando por el partido de la selección», le contó el joven emprendedor a Zona News.
«En el momento no sabía hasta donde iba a llegar el viento, si se iba a volar todo el techo o si la estructura de concreto o las chapas iba a caer arriba de los vehículos», cuenta Jeremías que buscó resguardo en uno de los vehículos.
Además del temor que le provocó la situación, reconoce que en el momento del desastre pensó «como todo eso que día a día cuidaste se puede destruir en un rato, sin poder hacer nada para evitarlo».
Como si el techo no se le hubiera volado, como si no se le hubieran arruinado herramientas, como si no hubiera tenido importantes pérdidas en productos de cosmética automotriz y en accesorios, Jeremías mira hacia adelante y planifica: «Tenemos 15 días para terminar de acomodarnos y seguir trabajando. Sacar las chapas, acomodar lo eléctrico para que sea seguro y seguir trabajando al aire libre por ahora».
«Estoy bien, angustia mucho ver todo destruido. Pero tengo que moverme para salir de esta lo más rápido posible», dice con seguridad, quien ante la adversidad no se detuvo a lamentarse y planea levantarse en breve de este duro golpe del destino.
Así quedó el lavadero de Jeremías tras el temporal:










