Tras el desenlace fatal, entre los vecinos comenzó a circular un fuerte rumor: supuestamente, una de las víctimas había advertido a sus empleadores sobre el peligro que implicaba la tarea de mantenimiento en las cisternas.
La muerte de dos jóvenes trabajadores que realizaban tareas de mantenimiento en una cisterna de una fábrica de dulce de leche en Río Primero causó conmoción no solo en la ciudad, sino en toda la provincia y más allá, debido a la viralización del caso. Y es que sus muertes parecieron profundamente injustas. No solo por ser jóvenes, sanos y con una vida activa, sino también por todo lo que, al parecer, se podría haber hecho para evitar ese final.
Santiago y Adrián, de 21 y 35 años, son los nombres de las víctimas en el centro de una cada vez más resonante acusación de negligencia, señalada por sus familiares y por vecinos que recuerdan que la fábrica La Blanca, ubicada en barrio Delich, sobre Ruta 10, ha estado siempre envuelta en polémicas. Particularmente por los problemas de contaminación que generaba, al estar tan cerca del casco urbano.
Tras el desenlace fatal del sábado pasado, varias voces se alzaron para recordar esta problemática, y entre los vecinos comenzó a circular un fuerte rumor: supuestamente, una de las víctimas había advertido a sus empleadores sobre el peligro que implicaba realizar tareas de mantenimiento en las cisternas, que terminaron siendo el último lugar donde se los vio con vida. Según esta versión, la respuesta de la empresa habría sido suspender al trabajador que hizo el reclamo.
Por ahora, esto no es más que un trascendido. Será la Justicia la que deberá investigar y, en todo caso, comprobar esta situación, que —de confirmarse— complicaría aún más a una empresa que, hasta el momento, ni siquiera ha emitido un comunicado expresando condolencias por la muerte de dos de sus empleados.
Mientras tanto, una comunidad compungida se pregunta: ¿habían recibido los trabajadores la capacitación necesaria para realizar una tarea tan peligrosa? ¿Por qué carecían de equipamiento adecuado para una labor que implicaba exponerse a gases tóxicos? ¿Contaba la empresa con habilitación para el tratamiento del lombricompuesto?
El pedido de justicia que se multiplica en redes sociales por parte de familiares y amigos sugiere que esto recién comienza. Se avecina un proceso judicial en el que los acusados buscarán defenderse, mientras las familias atraviesan un dolor inmenso, la ciudad sigue conmocionada y crece ese sentimiento de impotencia por algo que, si hubo negligencia, se podría —y se debería— haber evitado.